Experiencia de Virginie Cayrel en Macedonia
Cuando decimos la palabra Macedonia, la primera reacción es pensar en la
ensalada de frutas; pero es también un pequeño país de más o menos 26000 km ²,
es decir del tamaño de la Comunidad Valenciana o de la Galicia.
A finales de junio, tuve la interesante y gran oportunidad de participar en
un curso en Struga, ciudad ubicada a orilla del lago Ohrid, que es una parte de
la frontera entre Macedonia y Albania. Efectivamente, digo que es una gran
oportunidad porque, sinceramente, Macedonia no sería el país numero uno que escogeríamos para ir de
vacaciones. Sin embargo, es un país que cuenta numerosas riquezas
arquitectónicas, culinarias y también relacionadas con sus paisajes.
Macedonia no es muy conocida (por ejemplo, encontrar un guía-libro de
turismo sobre este país parece como un reto!); y por lo tanto tenemos falsas
imágenes y estereotipos a menudos negativos. Creo que la mayoría de la gente
hace todavía la asociación de Macedonia con la guerra de los Balcanes de los
años 1990-2000, y también con una vida
dura.
Mi propia experiencia en Macedonia es bastante corta, con 10 días para
aprender a conocer este nuevo entorno; por lo tanto, tengo sólo un vistazo de
este país y no quiero hablar de temas muy profundos como religión o la
convivencia de los Macedónicos con los Albaneses.
Hablando del estilo arquitectónico, nos imaginamos que los edificios son
gris, con huellas de la guerra. Pero el turismo me parece un sector económico
importante, al menos en la región de Struga. Por lo tanto, los Macedónicos
tienen que ofrecer lo mejor a los visitantes. En los centros de las ciudades,
hubo obras de restauración, mismo con un estilo propio hecho de casas blancas
con detalles marrones; lo que da clase, en mi opinión.
También, muchas obras están realizadas en Skopje, la capital, para que se
modernice. Además, la economía está totalmente abierta al capitalismo. Sin
embargo, una parte más tradicional y con el espíritu oriental se queda en el
centro de la ciudad. Efectivamente, del otro lado del rio que cruza el centro
de la ciudad, podemos deambular en el bazar, lo que da una mezcla interesante y
muestra las diferentes huellas que recibió la región anteriormente.
Otra sorpresa que descubrí durante mi estancia en la región de Ohrid está
relacionada con la cocina local. No sabía exactamente lo que podía esperar
pero, de nuevo, podemos encontrar en ella la huella oriental, es decir las
especias, la presencia de hierbas aromáticas y sabores explosivos con pimientos
y pimentón por ejemplo. Además, los vinos y alcoholes locales o del país, de
manera general, parecen ser de buena calidad con la creación de una “ruta del
vino” como podemos encontrar otras en Francia.
Tengo ganas asimismo de hablaros de un sitio que pude visitar durante mi
estancia, o al menos una parte de él: el lago Ohrid. Es verdad que estando en
Macedonia para un curso, teníamos que elegir las visitas por falta de tiempo.
Bueno, fui maravillada por este lago y su entorno. Pertenece al patrimonio de
UNESCO por su riqueza acuática, es uno de los lagos más antiguos de Europa, es una parte, como ya lo he dicho, de la
frontera entre Macedonia y Albania, así que representa mucho en el ámbito
geopolítico y los acontecimientos de las últimas décadas. Y cuando lo miramos,
sale un sentimiento muy fuerte de serenidad y de belleza, como si nada malo
pudiera ocurrir. En conclusión, es un real placer de contemplarlo. Pues, otra
felicidad es vagar en las calles de Ohrid, descubriendo unas de las 365
capillas e iglesias de la ciudad, que no las he contado pero según una leyenda
dice que había una para cada día del año.
Estas son algunas razones de incitaros
a descubrir de una manera o de otra Macedonia, un país con un montón de
recursos. Si buscáis un sitio original, id a él!
Esta entrada es un regalo de Virginie Cayrel que gracias al viaje que hizo a Macedonia pude conocerla y hacernos buenas amigas. Macedonia también crea nuevas y buenas amistades.